lunes, 21 de noviembre de 2011

El príncipe encantado.



Hace muchos años un señor me contó un chiste gracioso, algo picantón. Y basándonos en el chiste, hemos escrito este breve relato picarón. Esperamos que te guste.


Paseaba en cierta ocasión un príncipe por los jardines de palacio absorto en sus pensamientos. Después de andar un buen rato, se sentó a descansar en uno de los bancos, junto al estanque. No habían pasado ni cinco minutos, cuando de pronto oyó una voz, tenue y suave, que le decía:
       -        Príncipe, príncipe.
El príncipe miró a su alrededor y no vio a nadie, por lo que creyó que solo había escuchado el sonido del viento, que acariciaba las hojas de los árboles. Y siguió con sus pensamientos. Pero a los pocos minutos oyó de nuevo, muy bajito:
-        Príncipe, príncipe, estoy aquí.

El príncipe se levantó extrañado, buscando en derredor a quien le estaba llamando, sin ver tampoco a nadie en esta ocasión. Algo extraño estaba pasando.
-        Aquí príncipe, a tus pies – escuchó.
Y miró hacia abajo para comprobar sorprendido que, desde la orilla del estanque, una pequeña ranita le estaba hablando. Entonces el príncipe se arrodilló para verla más de cerca: 
-        Príncipe, – siguió  diciendo la ranita –, soy una princesa que quedó encantada en forma de ranita, por el hechizo de una bruja muy malvada. Y para deshacer el hechizo necesito que un príncipe guapo, como tú, me tome en sus manos.
El príncipe no daba crédito a lo que le estaba pasando, pero finalmente,  se rindió ante aquella evidencia, y tomó a la ranita entre sus manos. Y al instante, la ranita se convirtió en una hermosa princesa.
Como todo el mundo sabe, las ranitas son animales que tienen el cuerpo completamente desnudo. Pues sí, querido lector, has adivinado. La princesa también apareció… completamente desnuda.
 El príncipe quedo mirándola boquiabierto, admirando su belleza, sin saber ni que decir.  La princesa también lo miraba fijamente.
Entonces la princesa, que no tenía ni un pelo de tonta, empezó a adivinar en la expresión del príncipe, sus aviesas intenciones. Y le dijo:
-        Príncipe, príncipe, si llegaras a hacer lo que estás pensando hacer, la magia de la bruja actuaría sobre ti, y quedarías encantado.
Bueno pues el príncipe, no lo hizo una, sino tres veces, y no solo quedó encantado, sino encantadísimo.

Así me lo contaron, y así lo cuento yo.

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