jueves, 30 de diciembre de 2010

Educación para la vida


Pez beta
Foto: Lety y Juanfra
Estaba escribiendo en este mismo ordenador, cuando ha llegado mi esposa con sigilo para decirme que Beto había muerto. Ya esperábamos el desenlace, pues llevaba varios días casi sin moverse, escondido tras las algas de la pecera. Compadeciéndonos del animal que nos había acompañado durante un año, nuestra mayor preocupación era que Beto, un pez Betta Splendens, era la mascota de nuestra hija pequeña de siete años.
Nuestro primer comentario ha girado sobre la posibilidad de que uno de nosotros saliera de casa raudo y furtivo hacia PetSmart, para comprar otro pez similar con el que tapar la pérdida de su querida mascota. Pero después de valorarlo, hemos decidido aprovechar la ocasión para enfrentar a nuestra pequeña directamente con la realidad de la muerte. Y más que la muerte como conocimiento (cosa que ya sabe), la muerte como sentimiento profundo de pérdida.

La muerte, esencia misma de la vida, es un hecho que en nuestra sociedad se esconde y maquilla. Una experiencia que podemos vivir en segunda y tercera persona a lo largo de nuestra existencia, y al fin, siempre en primera persona.

Ya nos temíamos la reacción de nuestra niña, de tristeza y dolor. Ha sido una buena ocasión para hablar con ella de sentimientos, y de la importancia de retener lo bueno que le supuso su contacto con Beto.

Es común que la muerte produzca incredulidad entre las personas cercanas al hecho. Y oímos frases como… “pero si ayer mismo lo vi” … “si no tenía ninguna enfermedad”. El filósofo Fernando Savater nos previene en su obra “Las preguntas de la vida”, de que no morimos porque estemos enfermos, ni porque seamos viejos (aunque ambos factores hay que considerarlos, obviamente), morimos porque estamos vivos. La condición de la muerte no es la enfermedad, ni la vejez, es la vida.

Después de hablar los tres durante un buen rato, nos hemos arreglado, sin la premura del primer impulso, y hemos salido a comprar otro bonito beta. Pero Marita ha dejado claro que le gustan los animales, y le gusta su nuevo pez, pero que este no sustituye al amigo que la acompañó durante todo un año.

2 comentarios:

  1. Juanfra, gracias por escribir este blog tan interesante que me ayuda tanto no solo con los números y como se llama "icicles" en español, pero tambien con cómo hablar de ideas más filosoficas como la condicíon de la muerte y la diferencia entre los deseos y las metas

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  2. Hola Paul, el aprendizaje es recíproco. Porque al fin y al cabo aprender es un camino de ida y vuelta.

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